CENTRO CULTURAL SAN FRANCISCO SOLANO CENTRO CULTURAL SAN FRANCISCO SOLANO GLORIA IN EXCELSIS, MADRE




GLORIA IN EXCELSIS, MADRE

 

por Ramiro Lagos

 

Es orquídea de luz entre amarantos  
sobre el musgoso muro sostenido  
por raíces profundas en su grietas,  
evócame a la madre, flor de mayo,  
cósmica flor de sensitivos pétalos.  
 
Gloria in excelsis, madre, revivida  
en lo tierno del prado: en la cordera  
que ofreciendo su lana en las toquillas,  
se ofrecía primero en sacrificio.  
 
¡Cómo siento su mano sobre mi hombro  
mientras me lame el cuello la cordera  
melosamente tierna! ¡Cómo arrulla  
apichonando nidos, la paloma  
hasta poblar de píos sus jardines!  
Gloria in excelsis, madre, florecida  
en esta hora campanal del Angelus  
con el reloj del tiempo, que aún palpita  
en la alcoba de amor del calendario.  
Allá está ella en su interior, abriendo  
de par en par los brazos del alero:  
está en su silla de mimbre, mecedora,  
filigranando ensueños, y ¡qué alegre  
la veo extendiendo en el balcón del alba  
esas prendas de sol que ella bordara!  
 
Enmarcados de luz: la mesa cálida,  
el pan de amor, la comunión del trigo,  
el claro día de la acción de gracias  
y el perfil de una cara bondadosa.  
Allá está ella en el hogar más dulce  
de los merengues y las aguas-mieles  
con ese brindis maternal de leche   
frente al mantel del abnegado pino  
donde sostuvo firme su puchero.  
Allá está ella en el patio de los lirios,  
preparando sus ramos de esperanzas  
y tajando la piña o la lechosa  
con su cesto de amor a manos llenas.  

Gloria in excelsis, madre, florecida  
entre frutos del bosque, sensitiva,  
que parpadea hasta sentir las alas  
del nido azul que nace en la floresta.  
Ceiba de estirpe magna, rodeada  
de cándidos gorriones  
con sus hojas de múltiples miradas,  
¡Cómo me vio crecer con su abolengo  
de frondosas bondades genealógicas!  
¡Cómo me veo en ella arborizando  
cuando me mira con mirada de hojas,  
aunque tenga sus párpados cerrados!



   

GLORIA IN EXCELSIS, MOTHER

   

It’s an orchid of light among amaranths
on the mossy wall held together
by deep roots in its cracks.
It evokes my mother, flower of May,
cosmic flower of sensitive petals.

  Gloria in excelsis, mother, revived
in the meadow’s tenderness: in the lamb
that, offering its wool in toquilla straw,
offered itself first in sacrifice.
How I felt her hand on my shoulder
while the lamb, honeyedly tender,
licks my neck! How the dove
coos, doving its nests,
till it chocks full its gardens with chirping.   

Gloria in excelsis, mother, blooming
at this bell-tower hour of the Angelus
with the time clock that still beats
in the bedroom of calendar love.
There she is in its interior, opening
wide the arms of the eave:
she is in her wicker chair, a rocker,
filigreeing her daydreams, and how joyful
I see her spreading out on the balcony of dawn
those garments of sun she embroidered!

  Framed with light: the warm table,
the bread of love, the communion of wheat,
the bright day of thanksgiving
and the profile of a benevolent face.
There she is in the sweetest home
of meringues and meads
with that maternal toast with milk
facing the tablecloth of unselfish pine
where she firmly held her cooking pot.    
There she is in the patio of the lilies,
preparing her bouquets of hopes
and slicing the pineapple and papaya
with her baskets of love and hands full.  

Gloria in excelsis, mother, flourishing
among forest fruits, sensitive,
blinking till she feels the wings
of the blue nest appearing in the woods.
Ceiba tree of great stock, surrounded
by innocent sparrows,
with its leaves of many looks,
how I see myself grow with her ancestry
of leafy genealogical kindnesses!
How, in her, I see myself become a tree
when she looks at me with leaf-filled look,
though she has her eyelids closed!

                                    

  (Translated by Prof.  Louis Bourne)